HISTORIA

LA UNIDAD EDUCATIVA PARTICULAR “NUESTRA MADRE DE LA MERCED” de Quito, se creó en 1943. Gobernaba el presidente Arroyo del Río. Quito era entonces una ciudad conventual. En enero del citado año llegaron desde Manabí Madre María del Espíritu Santo Cama y la Hermana Javier Sobirous; desde el Perú, llegaron Madre Sacramento de Santiago, Madre Rosario García y la Hna. Esperanza Aguilera. Todas se unieron en un solo puño, en un puño de fortaleza alrededor de un bello sueño de amor, de amor liberador: fundar una casa de Noviciado y mantener un Centro Educativo de acuerdo con las necesidades de aquella época, políticamente agitada y espiritualmente no tan fortalecida. Las cinco religiosas fueron recibidas con entusiasmo y optimismo por sus hermanos, los padres mercedarios, y un buen número de señoras cristianas de la sociedad quiteña.

Historia de la Virgen de la Merced

La Virgen de la Merced o Nuestra Señora de la Merced, es una de las advocaciones marianas de la Bienaventurada Virgen María. Se la llama también “Generala de los Ejércitos Celestiales, la Mujer Vestida de Sol y la Reina de la Paz”. Es la advocación de la Santísima Virgen que, desde 1218, libera, consuela, y protege, a todos los que están presos, a todos los cautivos en el más amplio sentido de la palabra. Su fiesta patronal se celebra el día 24 de septiembre.

El culto a la Santísima Virgen hunde sus raíces en los primeros siglos del cristianismo con San Pedro Nolasco. En la primera mitad del siglo XIII, comienza a invocarse a la Santísima Virgen bajo el conocidísimo título “de la Merced”. Santa María de la Merced es ciertamente una invocación antigua, pero siempre nueva y actual, porque  expresa un aspecto esencial del misterio de María, evocando su presencia maternal y misericordiosa a favor de los fieles cristianos “que se hallan en peligros y ansiedad, para que, rotas las cadenas de toda opresión, alcancen la plena libertad del cuerpo y del espíritu”.

LUTGARDA MAS I MATEU

 
Fundadora de la Religiosas Mercedarias Misioneras

Lutgarda Mas i Mateu, nace en 1828 en Barcelona y muere en 1862. Sus padres se llaman: José Mas y Teresa Mateu. Lutgarda, llena de esperanza, ve como han empezado a proliferar las congregaciones religiosas femeninas dedicadas a la enseñanza. Ella, junto con otras muchas jóvenes, vive intensamente la espiritualidad mercedaria, promovida por los mercedarios exclaustrados, que también comparten la idea de que la enseñanza es una forma de liberar de la esclavitud de la ignorancia. Pero ninguno de ellos piensa en fundar una congregación de religiosas mercedaria. La joven Lutgarda siente la inspiración de María, La Madre de Dios, la Virgen de la Merced, le ha revelado su deseo de que restablezca la rama femenina de la Orden de la Merced, fundada en otro tiempo (1265) por santa María de Cervelló y habla con el sacerdote mercedario exclaustrado P. Pedro Nolasco Tenas, quien deberá dirigir todo el proceso de la fundación. Lutgarda ha cumplido su misión profética, ha sido heraldo de la Voluntad de Dios. Se reinstaura el Instituto de Religiosas de Nuestra Señora de la Merced, el día 21 de noviembre de 1860, en Barcelona.

Así Lutgarda se puso al servicio de los cautivos de su tiempo, con la confianza en que “Dios y Nuestra Santísima Madre proveerán”. 

lutgarda

Venerar a la Virgen, bajo el título de la Merced, es lo mismo que recurrir a ella como madre de misericordia a favor de aquellos que son los más marginados de la sociedad. “Merced” en la edad media es sinónimo de misericordia, piedad o compasión, ejercida para con aquellos que se hallan privados de libertad y en peligro de perder su fe cristiana. La misericordia mercedaria es efectiva y afectiva, no humilla a la persona, sino, por el contrario la redime y libera, la dignifica. De esta misericordia está necesitado el mundo actual.

Desde el año 1259 los Padres Mercedarios empezaron a difundir la devoción a Nuestra Señora de la Merced la cual está muy extendida por el mundo.

Oración a Nuestra Madre de la Merced

Oh Señora mía, oh Madre mía de la Merced
Yo me ofrezco todo a ti
Y en prueba de mi filial afecto,
Os consagro en este día
Mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón
En una sola palabra, todo mi ser
Ya que soy toda tuya, oh Madre de Bondad
Guárdame y defiéndeme
Como hija y posesión tuya
Amen

Venerar a la Virgen, bajo el título de la Merced, es lo mismo que recurrir a ella como madre de misericordia a favor de aquellos que son los más marginados de la sociedad. “Merced” en la edad media es sinónimo de misericordia, piedad o compasión, ejercida para con aquellos que se hallan privados de libertad y en peligro de perder su fe cristiana. La misericordia mercedaria es efectiva y afectiva, no humilla a la persona, sino, por el contrario la redime y libera, la dignifica. De esta misericordia está necesitado el mundo actual.

Desde el año 1259 los Padres Mercedarios empezaron a difundir la devoción a Nuestra Señora de la Merced la cual está muy extendida por el mundo.

Recordemos que a quienes ayudan a los presos les dirá Cristo en el día del Juicio: «Estuve preso y me ayudaste. Todo el bien que le hiciste a los demás, aunque sea a los más humildes, a Mí me lo hiciste»(Mat. 25, 40).